10 motivos para No Votar
10 motivos para No Votar

Desde que cumplí 18 años he acudido puntualmente a todas y cada una de las citas electorales que se han creado, con la única excepción de unas elecciones municipales en las que lo fui dejando para más tarde durante todo el día y acabé por quedarme dormido viendo una película y no votando. He votado presencial, por correo e incluso desde el Consulado de Boston, ciudad en cuyos alrededores he vivido mucho tiempo.

En esta ocasión, sin embargo, tengo claro que no voy a votar. De hecho, si las cosas no cambian de manera radical, no voy a volver a votar jamás en España. Algunos me llaman radical y otros exagerado. Yo quiero compartir los 10 motivos que tengo para dejar de votar y que cada uno actúe en consecuencia. Estos son los 10 motivos principales que me han llevado a decidir no ejercer mi derecho al voto:

1. Votando legitimo el sistema.

Si participio es esta pantomima en que se han convertido las elecciones, estoy diciéndole al mundo entero que creo en este sistema, pero lo cierto es que no creo en él. No creo que se deba votar a los partidos en lugar de a las personas. No creo en que la fuerza más votada no siempre gobierne. No creo en el distinto valor de los votos. No creo que necesitemos políticos locales, regionales, nacionales y europeos para hacer lo mismo: nada o casi nada. No creo en las alianzas de partidos para obtener poder traicionando al electorado. Y, por encima de todo, no creo en un sistema en que los políticos tienen privilegios por encima de los ciudadanos.

2. Estoy harto de que me engañen

No me importa admitir que siempre he votado al PP. Excepto en unas elecciones en que voté al GIL porque aparentemente estaba funcionando bien en Marbella, el resto de veces he votado al PP. Casi siempre me he sentido estafado en mayor o menor medida, pero esta vez el engaño ha sido mayúsculo. Yo voté un programa, unos ideales y una forma de hacer las cosas. El PP ha hecho justo lo contrario de lo que dijo que haría, que viene a ser lo mismo que estaba haciendo el PSOE. Yo no voté para que me subieran el IVA. No voté para que las eléctricas me subieran las tarifas cada mes. No voté para que la gasolina esté por las nubes. No voté para que no haya incentivos al trabajo. No voté para que subiera el IRPF. No voté para que se recortaran prestaciones sociales. No voté para que unos pocos se enriquecieran a costa de que muchos otros se arruinasen. Voté para que ocurriese justo todo lo contrario de lo que ha ocurrido, que es lo que el PP me dijo que haría. Lo contrario de lo que ha hecho.

3. Si es bueno para un político no puede ser bueno para mí

¿A nadie le extraña que todos los políticos, sean del color que sean, tengan un interés desmesurado en que vayamos a votar? Para ellos es bueno que legitimemos el sistema, que les digamos que no hace falta que lo cambien, que participemos en esta supuesta fiesta democrática. Pero lo cierto es que aquí el único que se va de fiesta con nuestra democracia es el político. Unos se llevan la fiesta con prostitutas y cocaína a cargo de nuestros impuestos. Otros con trajes y viajes a Suiza. Me da igual el color que defiendan, son iguales. Cuantos más votos recibe un partido político, más dinero de nuestros impuestos recibe. Y cuanto más dinero maneja, más putas, más cocaína y más viajes a Suiza. Lo dicho, bueno para ellos, nefasto para nosotros.

4. Estoy cansado de que aquí mande el Sr. Botín

Es una forma de hablar. Aquí mandan los bancos, con Botín a la cabeza lógicamente. Los bancos prestan dinero a los políticos. Los políticos no devuelven el dinero. Los bancos pueden cargarse los partidos políticos, pero es mucho mejor condonar deudas y cobrar favores. Por eso, los bancos hacen y deshacen a su antojo, aunque ninguno de nosotros ha votado jamás a un banquero. Por eso, cuando ha habido que realizar rescates con dinero público no se ha rescatado a ciudadanos, sino a bancos. Por eso, en la cúpula de las cajas de ahorro han estado siempre los políticos. Por eso, las empresas de los bancos, ya sean petroleras, energéticas o de servicios, hacen lo que quieren con nosotros.

5. Los políticos cometen alta traición y nosotros les legitimamos para ellos

Dijo Rajoy que al llegar al poder se encontró un agujero mucho mayor del declarado por el PSOE y por ello no pudo aplicar su programa económico. Pues bien, si ese es el caso, el PSOE realizó alta traición al estado maquillando las cuentas y ocultando la realidad. Lo peor del caso es que el PP no acusó a nadie del PSOE de hacer tal cosa y desde luego no ha sentado en el banquillo a político alguno por ello. Son por lo tanto culpables también de alta traición al estado, al no defender los legítimos intereses de los ciudadanos. Lo cierto es que se cubren las espaldas los unos a los otros y, cada vez que votamos, les legitimamos para seguir haciendo lo mismo.

6. Me repugna el sistema feudal Español del Siglo XXI

El binomio iglesia-estado amparado por la monarquía de la edad media ha renacido en el siglo XXI convertido en un nuevo sistema feudal en el que el papel de la iglesia lo han tomado los bancos. Los políticos, los nuevos señores feudales, controlan la policía, que utilizan contra el pueblo y no para defender al pueblo. Ponen y quitan a los jueces y fiscales, y controlan el poder jurídico. Hacen y deshacen a su antojo pues controlan el poder legislativo. En su alianza con los banqueros, forman una pinza en cuyo centro están los ciudadanos, que son extorsionados con impuestos directos, indirectos e incluso impuestos sobre impuestos. Aquí, que nadie se engañe, la clase obrera -que somos la mayoría aunque nos guste llamarnos empresarios- trabaja a destajo para pagar las fortunas de los nuevos señores feudales, que son los políticos y los banqueros. Lamentable pero cierto. La policía está dedicada íntegramente a recaudar. Multas, radares, inspecciones, tasas, controles… ¿Acaso nadie recuerda el lema de la policía norteamericana que aparece en cada película «To protect and to serve» (para proteger y para servir)? Aquí debería ser para joder y multar, que es lo único que hacen con relativa eficacia. ¿Dónde coño está el cadáver de Marta del Castillo, por poner un ejemplo? Cuando el estado dedique los recursos policiales a combatir el verdadero crimen, que no es ir a 90 en zona de 80, sino prevenir asesinatos y proteger a los ciudadanos, empezaremos a caminar de nuevo hacia la libertad.

7. No es cierto aquello de «también hay políticos honrados»…

Esto se ha vuelto la estupidez en boca de todos. Han conseguido que estemos debatiendo sobre si hay o no políticos honrados. A un político se le debe presuponer honradez, vocación de servicio y dedicación al pueblo. La pregunta no debe ser si hay o no políticos honrados. Es de cajón que los hay. Sin embargo, aquí ya no se analiza si tienen vocación de servicio o si dedican su vida al pueblo, que es lo importante. Nos da igual su valía, si van a hacerlo bien o no. Simplemente discutimos si hay alguno honrado o no para tratar de votar al honrado, aunque sea un inútil integral. Es una puñetera vergüenza. En otros países, los políticos que traicionan la confianza que en ellos deposita el pueblo dimiten, incluso se suicidan, y en muchos casos son juzgados por los errores que cometen. Aquí no dimite nadie. Jamás se ha suicidado uno y para juzgar a uno hay que pillarle, literalmente, con los millones de euros guardados bajo la almohada (y aún así no es tan fácil).

8. Se han invertido los papeles

Yo no puedo apoyar con mi voto un sistema en el que se han invertido los papeles. El estado tiene que estar a mi servicio, como ciudadano y contribuyente. Pago para obtener el bien común. El estado debe proporcionarme seguridad, un marco jurídico apropiado y un futuro de prosperidad. Sin embargo, los ciudadanos nos hemos convertido en los sirvientes del estado. Trabajamos para sostener un sistema insostenible, plagado de políticos, altos cargos, asesores, hombres de confianza y una larguísima lista de caraduras y enchufados. Trabajamos a destajo para pagar unos gastos que, en una gran mayoría, no necesitamos. Trabajamos para que cada mes cobren 400.000 cargos públicos que encima usan nuestro dinero para financiar el terrorismo de estado contra sus ciudadanos. Usan nuestro dinero para apretarnos más y recaudar más dinero. No sólo es absurdo, es obsceno.

9. No existe alternativa

Uno no puede hacer nada con su voto salvo apoyar la alternancia del PP y el PSOE. No hay alternativa al binomio y no la puede haber. El binomio controla la ley electoral y no la va a cambiar, porque le beneficia de manera brutal. Controla los medios de comunicación. Controla el poder judicial. Controla las fuerzas de seguridad. Controla el capital y la energía. Es materialmente imposible que una fuerza política desbanque el binomio. Pero lo peor de este panorama es que aquellas fuerzas políticas que parece que podían crecer para empezar a plantar cara al binomio están integradas por los mismos que hace poco pertenecían al PP y al PSOE. Mismo perro, distinto collar.

10. No votar es la única opción que de verdad sirve para algo.

Los políticos se cansan de decir que tenemos que votar. ¿Porqué? Porque necesitan que una mayoría de las personas respalden el sistema que les mantiene en sus tronos y les permite gobernar. Lo cierto es que si más de la mitad de las personas no acudiese a las urnas, desde un punto de vista estrictamente democrático, habríamos derrocado al sistema. Si más de la mitad de la población opina que el sistema no funciona y no lo legitima acudiendo a la llamada de las urnas, habremos derrocado al sistema y no quedará otra que tomar una decisión acerca del cambio del sistema en si por uno nuevo. Por el contrario, si la mayoría de las personas acuden a las urnas, al legitimar con su participación el sistema, nos estarán condenando a la esclavitud de esta corruptela que nos gobierna y domina.

Por todo lo anterior creo que ir a votar es absolutamente contraproductivo para los intereses de los ciudadanos de este país. Mientras les legitimemos en las urnas, independientemente de quién gane o pierda, no cambiará el sistema. La única forma de derrocar este sistema es haciendo que no sea legítimo, que no sirva. Y yo, sin duda, apuesto por ello ejerciendo mi derecho a no votar.

2 Comments

  1. Ole, ole y ole. Justo lo que yo pienso pero nunca me había dado por poner por escrito. Ahora ya lo ha hecho usted por mí.
    Solo una puntualización: el sistema feudal en el que vivimos no «ha renacido» en el s. XXI, es que nunca se fue.

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