Las nuevas formas de comunicación han evolucionado a tal velocidad que no ha sido posible desarrollar paralelamente unas costumbres de educación acorde con las nuevas necesidades. Hace ya más de cincuenta años, los Norteamericanos idearon un pequeño manual de educación para el uso de las comunicaciones telefónicas. Este manual incluía conceptos tales como quién debe volver a llamar en caso de que se interrumpa la comunicación (siempre el llamante original y nunca el llamado). También se esbozaban normas sobre como comenzar y terminar una conversación telefónica, como por ejemplo el llamante debía antes de nada identificarse y el llamado responder del mismo modo.
Con el uso de los móviles, muchas de estas normas han quedado obsoletas. Ya no es necesario en la mayoría de los casos que se produzca la identificación dado que esta se produce incluso antes de que se inicie de la conversación. Se antoja sin embargo necesario a veces utilizar otra serie de normas que a menudo no se respetan. Por ejemplo, cuando llamamos a alguien a un móvil, debemos comenzar con la pregunta «¿Puedes hablar?». El hecho de que nuestro interlocutor coja el teléfono cuando le suena no significa necesariamente que esté preparado para hablar de temas triviales. Por lo que el llamante sabe, el llamado podría estar conduciendo su coche con unos clientes que le acompañan, en una reunión de trabajo o cenando con su mujer. Quizás algunas de estas situaciones no son las más adecuadas para hablar de ciertos temas. También es posible que el llamado esté, digamos, en Argentina, y que si le llamamos para que nos recomiende un restaurante en Madrid su recomendación le cueste al llamado unos cuantos euros.
En el caso del correo electrónico, que es la otra forma de comunicación diaria que usamos cada vez con mayor frecuencia, también es necesario seguir una serie de reglas. Un amigo mío defiende, creo que con demasiado rigor, que las respuestas a los correos electrónicos deben ir hacia abajo, y no hacia arriba como van ahora (cada respuesta a un correo la escribimos encima del anterior). Esto puede dar pie a conversaciones que acaban teniendo esta pinta:
Pepe: Si.
> Antonio: ¿Estás seguro?
>> >> Pepe: Porque invierte el flujo lógico de las conversaciones.
>>> >>> Antonio: ¿Porqué es incómodo escribir las respuesta encima de las preguntas?
En cualquier caso, hay otra serie de costumbres que son de bastante mala educación electrónica. Una con la que no puedo, de ninguna de las maneras, es la que tienen algunas personas de enviar un correo a todos sus contactos incluyendo las direcciones de todos ellos en el campo «Para» o en el campo «Copia». Lo adecuado es enviárselo a uno mismo y poner a todo el mundo en copia oculta. Ya no sólo porque no debemos mostrar las direcciones de todo el mundo al resto de receptores del mensaje, que también, sino que además si a algunos receptores se les ocurre contestar «respondiendo a todos» el tráfico incómodo se multiplica enormemente.
En esta era en la que hay organismos dedicados exclusivamente a crear estándares para todo, no entiendo que todavía no hayan unificado un conjunto de reglas estándar para las comunicaciones electrónicas. A ver si alguno de ellos se lee el post y se le ocurre redactarlas.