Cualquiera que haya leído Rayuela, la magnífica novela de Cortázar, del modo que haya escogido, tiene un sentimiento especial hacia París dentro de sí. Si además se ha leído previamente 100 años de Soledad y ha captado los guiños incesantes de Cortázar a los personajes de García Márquez, este sentimiento se acrecienta aún más. Los paseos por Montmartre, el personaje de Rocamadour, la incesante búsqueda del «yo» de unos personajes a medio camino entre lo bohemio y lo campechano… Todo esto sólo es posible en París. Al menos en ese París.
El París de ahora es distinto. No hay duda que que los Campos Eliseos, Nôtre-Dame, el Louvre o la Torre Eiffel son los mismos y siguen en el mismo sitio, pero la sociedad ha cambiado. La basta y súbita oleada de inmigración que ha sufrido Europa en general ha cambiado el panorama de nuestras ciudades y ha creado una crispación social terrible. El problema no es la inmigración recibida, sino la manera en que se ha recibido. Bienvenida sea la inmigración, pero de manera ordenada. A diferencia de los Estados Unidos, por ejemplo, donde la inmigración se ha adecuado al estido de vida norteamericano y ha prosperado, en Europa, hemos permitido a la inmigración traer su modo de vida y su cultura, de la cual por cierto huían cuando llegaron aquí en busca de una vida mejor, a la cual, básicamente, no han ni tan siquiera optado.
¿Tiene la culpa la situación económica y política de Europa del descontento social? En gran medida sí, pero el conflicto social, el pretendido mestizaje y la predisposición imposible de Europa y el resto del mundo occidental a adecuarse a las costumbres de los inmigrantes también. Resulta cuando menos chocante que se esté debatiendo en Estados Unidos si es apropiado colocar un centro de estudios Islámicos en la Zona Cero e incluso todos los Europeos tengamos algo que decir al respecto, nuestra propia opinión. Sin embargo, en muchos países musulmanes, los cultos a otras religiones están prohibidos y no hay debate posible.
Otro problema es el idioma. En Rayuela, los personajes de París hablarían originalmente en Francés o en Español. ¿Qué es lo que se habla en Europa? No me refiero a Inglés, Francés, Alemán o Español. Me refiero a que, a todos los idiomas que ya se hablaban, se están sumando todos los idiomas que vienen de fuera.
No creo que Merkel esté equivocada en sus recientes declaraciones. Al contrario, creo que ha puesto el dedo en la llaga. Se le ha criticado bastante y más que se le va a criticar, pero está lanzando una voz de alerta. Si no cambiamos el modelo, no sólo París, sino que toda Europa arderá.