El otro día escribía en el blog acerca de mi visita a Palmira y lo impresionante que me parecía la ciudad que habían construido, o mejor dicho, perfeccionado, los Romanos. Sobre el Krak de los Caballeros sólo puedo usar el mismo adjetivo: Impresionante.
Es obvio que mientras las construcciones Romanas eran cuidadosas no sólo en lo funcional sino también en lo estético, las construcciones medievales son más bien toscas en cuanto a los detalles. Pero supongo que no se trata de ver quien la tiene más grande… o quizás si! Desde luego, el Krak de los Caballeros es colosalmente grande para ser un castillo medieval. Es cierto que desde su origen Árabe se han ido añadiendo continuamente más y más estancias conforme ha ido cambiando de manos, pero ni siquiera eso justifica su descomunal tamaño.
Dicen los historiadores que el castillo tenía en la época en que lo regían los Caballeros de Malta capacidad para albergar un regimiento de más de 2.000 soldados para protegerlo y que, completamente habitado con sus 2.000 soldados y el personal civil, el castillo podría haber permanecido cinco años cerrado viviendo de sus propias reservas de víveres. Desde luego, viendo el tamaño de las cocinas, los cinco aljibes de agua (uno de 78 metros de largo) que se abastecían de pequeños acueductos que conducían y filtraban el agua de lluvia, los innumerables establos (yo he perdido la cuenta en el cuarto o quinto de más de 40 metros de largo) y la multitud de dependencias de todo tipo que tiene el castillo, tanto en su muralla exterior como en el recinto central, no me extrañaría que así fuese.
El gran Saladino, ídolo Árabe local, lo tuvo sitiado durante más de 5 meses y finalmente desistió. No era Saladino hombre de fácil rendición y sin embargo no pudo doblegar a los Caballeros de Malta en su defensa. De hecho, distintas guías hablan de distintos caballeros. Yo cito a la Orden de Malta porque me parece un nombre más elegante que los Caballeros del Hospital de San Juan de Jerusalem, que citan otras fuentes y que se me antojan por su nombre más enfermeros que valientes caballeros.
Fueran quienes fuesen, lo cierto es que la visita es espléndida. Sin lugar a dudas es la fortaleza medieval más grande que he visto nunca, y he visto unas pocas. ¡Por aquí nos cuentan que es la más grande del mundo! Pero no sólo su tamaño importa. Para cualquiera que haya visto otros castillos resulta evidente a primera vista que en este se utilizó en cada momento de su historia la última tecnología existente. De este modo, he visto servicios (letrinas) individuales anexos al comedor agrupadas de tres en tres. ¿Serían para hombres y mujeres? La verdad, no lo se.
También he visto el horno más grande que uno pueda imaginarse. Se cabe fácilmente dentro. En las murallas y por todo el recinto militar discurre un sospechoso mini-acueducto que tiene toda la pinta de que sirviese para circular aceite caliente por todos los puntos de defensa de manera que cualquiera pudiese impregnar una flecha y prenderle fuego o bien utilizarlo para evitar el asalto de la muralla contra los escaladores.
También, de la época Otomana, se pueden apreciar ventanas de madera con doble acristalamiento y una cámara de aire interior entre ambos cristales. ¿Acaso se trata del primer Climalit de la historia?
En fin, una pena que no contásemos con un guía cualificado para poder explicarnos el castillo en detalle porque sin duda se nos habrán pasado multitud de detalles.
Hoy nuestro conductor nos ha dicho, contrario a lo que nos dijo el otro, que la población de Siria es 60% Musulmana, 30% Cristiana y 10% del resto de religiones. Hoy por lo pronto casi todo lo que hemos visto era de origen Cristiano, lo cual ha sido bastante curioso. Por cierto que hoy he aprendido que Dios no sólo abrió el mar sino también unas montañas para permitir otra huida. Me guardo la anécdota para un post dedicado a Religión.